Otra vez ha vuelto a suceder, la eterna
discusión entre el arte y la artesanía. No suelo ser yo muy dada a entrar en
este tipo de debates, perdidos de antemano, y que sencillamente “no tienen
solución”.
Cuando comienzan este tipo de pequeñas
polémicas, yo suelo aconsejar, visitar
alguno de los magníficos museos etnográficos que tenemos en este país. Yo, por
cercanía, y porque le tengo autentica admiración recomiendo el Museo
Etnográfico de Bilbao.
Se
encuentra en el casco viejo de la Villa, junto a la iglesia de los Santos
Juanes, el museo ocupa el antiguo edificio del colegio Jesuita de San Andrés
(1604) y la anterior Casa de Misericordia. Al valor intrínseco del edificio,
con el claustro como eje articulador de la casa, se une la riqueza de las
colecciones que esta institución custodia, desde los vestigios más remotos del
solar vizcaíno hasta los testimonios de los modos de vida tradicionales de
nuestro pueblo.
Se pueden visitar las salas de
prehistoria, mar y pesca, de la cultura pastoril, los oficios y artesanías
tradicionales o las de cerámica y el tejido, a las que podemos sumar excelentes
piezas del mobiliario popular y culto que se encuentran repartidas por todo el
Museo.
Aquí os dejo su página para que podáis visitarla:
http://www.euskal-museoa.org/es/bildumak/online_katalogoa
y dentro de esta un catálogo maravilloso.
Seguro que después de echarle un
vistazo, virtual o no, la polémica quedará zanjada a mi modesto entender. No
van el arte y la artesanía en direcciones opuestas, si no en paralelo y de la
mano; cuantos artistas no habrán encontrado inspiración para sus obras
contemplando estas pequeñas artesanías…